Tenía un Café tan largo
Tenía un café tan largo
que había que calentarlo
varias veces, siempre.
Sus palabras, sabias
por lo vivido antańo,
distinto tiempo, difíciles.
Sabias por ser él sabio.
Hacía que el café
se enfriará a cada segundo,
paralizaba el reloj, congelaba.
Tenía un café tan largo
que no tenía prisa por acabar,
hablaba pausado, respirando
cada pensamiento antes de
exponerlo, de expulsarlo.
Las ondas de sus sentimientos
volaban al aire de la habitación
como burbujas de un pompero.
Flotaban lentas, ascendían, explotaban
instantáneas mientras otras nacían,
superpuestas, entrelazadas.
Soplaba suavemente sus recuerdos,
acariciaba su interior más profundo,
buscando cada rincón ya empolvado
de su vieja memoria.
Limpiaba el polvo despacio,
luego fluía sin pausa, lúcido, sin prisa.
Tenía un café tan largo.
Hablábamos en tertulias de tarde,
en mesa camilla y en enaguillas,
cuando la lluvia con viento hacia
que se fuese la electricidad,
renaciendo así la luz de la vela
en palmatorias de cerámica.
Mi abuelo.
Tenía un café tan largo.
Campo de Criptana
20/9/2020
Tremenda...... Buenisima... 10 sobre 10.....eres un genio.. Un abrazo amigo.
ResponderEliminarGracias amigo
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